Educación para la salud e investigación científica
Giorver Pérez Iribar
https://orcid.org/0000-0003-1317-2285
Editor jefe
https://doi.org/10.56124/saludcm.v3i5.001
La comprensión de la educación para la salud es una necesidad imperativa del desarrollo humano convertida en centro de atención por la comunidad científica internacional, cuya relevancia social y particularidades se abordan sistemáticamente en espacios académicos que facilitan la reflexión y debate en beneficio del progreso profesional y de las personas.
Durante la búsqueda de información se ubican hallazgos principalmente en la concepción de la planificación, los procedimientos y estrategias para el desarrollo de la educación para la salud, estos están sustentados en las necesidades detectadas y los cambios observados durante los controles epidemiológicos sociales, el creciente riesgo de pandemia, enfermedades resistentes producto a sus mutaciones genéticas y el acelerado desconocimiento de la cultura preventiva y paliativa, entre otros aspectos de interés.
Las manifestaciones de estos antecedentes constituyen el escenario para que desde la investigación científica se abarquen los conceptos de educación y salud, respetando sus identidades como procesos individuales, como instituciones que son parte de la estructura social y política de un país que han coexistido de forma aisladas con sus propias y específicas prácticas y sus aportes a la sociedad; en tal sentido, estos escenarios deben ser aprovechados para orientar la proyección futura de la educación para la salud a niveles superiores, enfocados en acciones que se contextualicen y se integren a la evolución histórica de la sociedad con sus procesos complejos, más que todo, que sean asumidos como una forma de pensamiento para el desarrollo íntegro de los profesionales y población en general que enfrentarán este reto de aprendizaje.
Asumir la educación para la salud como un paradigma de pensamiento, implica alinearse a las ideas presentes en declaraciones de la visión por los organismos e instituciones internacionales, nacionales y regionales de los países implicados. Esta forma de pensamiento conlleva también, a la identificación temprana de los problemas y desafíos acuciantes reales y potenciales en todos los niveles, a la planificación de las actividades conjuntas de prevención y atención; así como alinear un frente sólido y común desde la formación y preparación de los profesionales de la salud y la educación en salud de la población.
Durante décadas se ha manejado el término promoción de la salud y se ha direccionado hacia la toma de conciencia de la comunidad sobre el control de sus propios problemas y necesidades para mejorar su situación de salud, bajo la responsabilidad del personal especializado y entrenado con herramientas y conocimientos previos. Sin embargo, de esta perspectiva emergen puntos neurálgicos que ubican a esta concepción en un punto rojo de atención, desde la dirección educacional en la promoción de la salud al punto de responsabilizar administrativamente al personal especializado y no incorporar al paciente del mantenimiento de su salud, así mismo, también se deben abarcar temas orientados a la mejoría de la salud como un todo de la población y no a patologías específicas en el alivio de su enfermedad.
Las miradas futuras de las directrices iniciales hacia la comunidad para una correcta orientación de la promoción en el primer nivel de atención primaria de salud (APS), se centra en la enseñanza del reconocimiento a través de la observación de las necesidades y problemáticas existentes, enfocados a qué observar, cómo observar y cuáles manifestaciones indican mejoras y cuáles no y cuáles son producto de su propia negligencia, estas directrices se sustentan en el paradigma de la autopercepción del fenómeno desde su propio entorno.
Esta tendencia implica, que el paciente obtiene su primer contacto durante la atención médica en la comunidad, o en su cetro laboral, o en su policlínica, o centro de salud más cercano, escenarios que generan orientaciones a partir de sus necesidades y problemáticas que les permita una autoreflexión y autoconciencia para que llegue a ser protagonista de su transformación, sustentado en sus cambios de pensamiento y acción, en beneficio propio y para los demás como resultado de su aprendizaje.
El proceso de investigación constituye el motor impulsor en la generación y aplicación de los conocimientos, establece metas y algoritmos de intervención a partir del método científico para beneficiar tanto la educación en la población, en la conciencia y aprendizaje a lograr, como a la par un alto nivel de salud desde la prevención de enfermedades, erradicación virus y por consiguiente una mayor estabilidad emocional que se traduce en calidad de vida.
Como consideración de final, se plantea que el proceso de investigación científica fortalece los escenarios de educación y salud, los consolida con identidad propia y permite una solidez en cada una de sus políticas hacia la integración e intervención con sus nexos en la práctica social y ofrece, así mismo, las herramientas de planificación y reorganización durante la educación para la salud.
Bajo este ámbito, el comité editorial de la revista invita a los lectores, profesionales, investigadores y estudiantes a seguir compartiendo sus ricas experiencias, conocimientos y resultados con sus manuscritos en los próximos números de la revista.
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