Características sociodemográficas del adulto mayor institucionalizado a nivel mundial
Sociodemographic characteristics of institutionalized older adults worldwide
Mary Carmen Velásquez Cedeño
https://orcid.org/0000-0002-0603-2287
mary.velasquez@uleam.edu.ec
Universidad Laica Eloy Alfaro de Manabí
Vanessa de los Ángeles Belloso de Noriega
https://orcid.org/0009-0000-5030-5409
vanebelloso@gmail.com
Universidad del Zulia- Venezuela
Estela Yadira Reyes Reyes
https://orcid.org/0000-0002-4413-2959
estela.reyes@uleam.edu.ec
Universidad Laica Eloy Alfaro de Manabí
María José Barcia Briones
https://orcid.org/0009-0000-2663-0535
mariajose.barcia17@gmail.com
Ministerio de Salud Pública
https://doi.org/10.56124/saludcm.v4i7.003
RESUMEN
Introducción: La institucionalización, como proceso para enfrentar el envejecimiento que
ocurre a nivel mundial en personas mayores de 65 años surge como respuesta a la falta de
redes familiares o la incapacidad de estas para brindar cuidados, aspecto que provoca
cambios de entorno afectando los hábitos y la calidad de vida de los adultos mayores. Factores
sociodemográficos como la edad, género, nivel educativo y condiciones económicas influyen
en sus necesidades de cuidado, lo que destaca la importancia de personalizar la atención en
enfermería y desarrollar políticas públicas efectivas. Objetivo: Analizar las características
sociodemográficas del adulto mayor institucionalizado. Materiales y métodos: Se llevó a cabo
un análisis sistemático de los artículos publicados entre 2019 y 2024 en bases de datos
científicas, escogiendo investigaciones observacionales o de revisión de literatura. De los 115
artículos evaluados, 39 cumplieron con los criterios de inclusión para examinar las
propiedades sociodemográficas del adulto mayor en instituciones. Resultados: La
institucionalización ofrece cuidados especializados en asilos, hogares y residencias, pero
debe priorizar el apoyo emocional y social. Factores como edad, género, estado civil, nivel
educativo y situación económica influyen en la calidad de vida y acceso a servicios de los
adultos mayores institucionalizados. Las mujeres predominan en instituciones debido a su
mayor esperanza de vida, mientras que el aislamiento social y la falta de redes familiares
aumentan el riesgo de institucionalización y afectan la salud mental. Las tasas de
institucionalización son más altas en países desarrollados por sistemas de seguridad social
estructurados, mientras que en América Latina predomina el cuidado familiar, aunque crece
la necesidad de alternativas institucionales. Conclusiones: Se enfoca que la mayoría de los
adultos mayores institucionalizado supera los 80 años, enfrentando comorbilidades y pérdida
de funcionalidad que requieren atención especializada. Las mujeres predominan en estas
instituciones debido a su mayor esperanza de vida y falta de redes de apoyo familiar, lo que
subraya la necesidad de políticas sensibles al género. Además, los adultos mayores viudos o
solteros, con bajos niveles educativos y recursos económicos, tienen mayor probabilidad de
institucionalización, dependiendo de instituciones públicas con limitaciones.
Palabras clave: adulto mayor; características sociodemográficas; envejecimiento poblacional;
institucionalización
ABSTRACT
Introduction: Institutionalization, as a process to address the global aging of people over 65
years old, arises in response to the lack of family networks or their inability to provide care.
This situation leads to environmental changes that affect the habits and quality of life of older
adults. Sociodemographic factors such as age, gender, educational level, and economic
conditions influence their care needs, highlighting the importance of personalized nursing care
and the development of effective public policies. Objective: To analyze the sociodemographic
characteristics of institutionalized older adults. Materials and Methods: A systematic analysis
was conducted on articles published between 2019 and 2024 in scientific databases, selecting
observational studies or literature reviews. Of the 115 articles evaluated, 39 met the inclusion
criteria to examine the sociodemographic properties of older adults in institutions. Results:
Institutionalization provides specialized care in nursing homes, shelters, and residences, but
emotional and social support must be prioritized. Factors such as age, gender, marital status,
educational level, and economic situation influence the quality of life and access to services
for institutionalized older adults. Women are more prevalent in institutions due to their longer
life expectancy, while social isolation and lack of family networks increase the risk of
institutionalization and affect mental health. Institutionalization rates are higher in developed
countries due to structured social security systems, while in Latin America, family care
predominates, although the need for institutional alternatives is growing. Conclusions: Most
institutionalized older adults are over 80 years old, facing comorbidities and loss of functionality
that require specialized care. Women predominate in these institutions due to their longer life
expectancy and lack of family support networks, underscoring the need for gender-sensitive
policies. Additionally, widowed or single older adults with low educational levels and limited
economic resources are more likely to be institutionalized, often depending on public
institutions with limitations.
Keywords: older adult; sociodemographic characteristics; population aging; institutionalization
Recibido: 28-11-2024 Aceptado: 29-04-2025
INTRODUCCIÓN
La cantidad de personas de edad avanzada a nivel global está en aumento; actualmente,
más de 504 millones (7.6% de la población global) tienen 65 años o más, y para el año 2050,
este número superará los 2,000 millones (24% del total). No obstante, en términos generales,
menos del 4% de las personas de edad avanzada residen en centros de seguridad de larga
duración. Millones de adultos mayores requerirán respaldo si no todos residen en
establecimientos. Dentro de estos, muchos requerirán atención y cuidados durante extensos
periodos de tiempo mediante servicios a largo plazo.
1
Esto ocurre porque, conforme las
personas envejecen, pueden sufrir una serie de transformaciones sicas
y habilidad para realizar tareas cotidianas de forma autónoma.
La institución para la tercera edad es el lugar donde se rigen bajo el marco del derecho
a proteger el desarrollo de individuos de 60 años en adelante, con un nivel de deterioro físico
y/o cognitivo, lo que restringe el desempeño en la vida diaria y carecen de lazos familiares o
se encuentran en situaciones especiales para cuidar de ellos
2
. En América Latina, la
institucionalización de los ancianos es un fenómeno reciente, pues anteriormente se daba más
relevancia al estilo de vida rural y a la filosofía de que "el envejecimiento es un problema
personal y familiar", lo que requería que el individuo hallar sus propias redes de soporte en la
etapa de la vejez.
3
No obstante, con el desarrollo de las ciudades y la urbanización, ha
emergido una demanda cada vez mayor de adecuar los servicios de salud y asistencia social
para Es fundamental entender cómo factores sociodemográficos, tales como la edad, el sexo
y el acceso a la asistencia sanitaria, afectan la prevalencia de esta enfermedad y establecer
las tácticas apropiadas para su tratamiento y prevención.
El proceso de envejecimiento en la sociedad actual ha generado la demanda de cuidados
especializados y alternativas de recursos cuando el mantenimiento de la salud y las
condiciones de vida básicas no se ajustan al ambiente cotidiano. El estado de
institucionalización del adulto mayor provoca una alteración en los estilos de vida en
comparación con el ambiente familiar, lo que puede implicar diversas formas de enfrentar
estos cambios. En la comunidad, los individuos institucionalizados todavía cuentan con un
reducido espacio público que pueden utilizar mediante salidas programadas o con la reunión
con diversos actores sociales que visitan regularmente la institución.
En este escenario, las particularidades sociodemográficas de los ancianos adquieren un
rol crucial en los procedimientos de enfermería, pues posibilitan a los expertos en salud
adaptar el cuidado y la atención a las necesidades particulares de cada persona. Elementos
como la edad, el nivel de educación, la condición civil, la estructura familiar y las circunstancias
económicas tienen un impacto directo en el tipo de atención médica necesaria, la percepción
de la salud y la disponibilidad de recursos. Según lo expuesto por Pérez et al. (2019), el
conocimiento detallado de estas características facilita la planificación de intervenciones más
efectivas, optimizando así los resultados en términos de calidad de vida y bienestar para esta
población. ⁶
Hoy en día, el fenómeno del envejecimiento poblacional se ha transformado en una
realidad vital que sucede a escala mundial, especialmente en los países que se consideran
avanzados. En estos sitios, el sector de la población de 65 años o más está experimentando
un crecimiento significativamente más rápido en comparación con el crecimiento de los demás
grupos de población. ⁸ Como resultado de estas tendencias demográficas, hemos observado
un notorio aumento en el número de personas adultas mayores que forman parte de la
sociedad.
En años recientes, el número de personas de edad avanzada que residen en
instituciones institucionalizadas ha aumentado. Esto podría ser resultado de que algunas
personas ven estos sitios como el lugar ideal para pasar sus últimos años, o de que las
situaciones familiares y personales impiden continuar residiendo en sus propias viviendas.
Conforme la edad progresa, también se incrementa la posibilidad de enfermar, lo que
incrementa las tasas de discapacidad y dependencia.
9
El conocimiento sociodemográfico
facilita al equipo de enfermería la identificación de patrones que pueden afectar estas
circunstancias, como el efecto de los roles de género en la percepción de la enfermedad o la
correlación entre el estatus socioeconómico y la aparición de determinadas enfermedades
crónicas, contribuyendo de esta manera a la elaboración de planes de cuidado personalizados
y culturalmente competentes.¹⁰
Aunque estos centros son altamente requeridos por la población, aún existen escasas
investigaciones que se centren en la estancia en viviendas y las condiciones de vida en estos
sitios. Es esencial estudiar las características sociodemográficas de los adultos mayores en
centros geriátricos para comprender de manera más profunda sus necesidades, mejorar los
servicios que se les proporcionan y formular políticas públicas más eficientes y acordes a su
situación. Esto posibilitará tratar de forma holística los problemas a los que se enfrentan,
además de promover su bienestar y calidad de vida.
Conforme la población se hace más anciana, el peso de las enfermedades se traslada
de las infecciones a las afecciones crónicas, incluyendo los trastornos mentales. De acuerdo
con cifras de la OMS (2017), el 60% de individuos de más de 65 años sufren algún trastorno
mental, siendo los más comunes la demencia, la depresión y la ansiedad. Sin embargo,
elementos como la ausencia de conciencia obstaculizan frecuentemente el correcto manejo
de los trastornos psicológicos en este grupo de edad.
11
Esto podría resultar en una
infravaloración de las necesidades de salud mental de los adultos mayores, lo cual puede
afectar su calidad de vida y bienestar global.
12
Por esta razón, este estudio tiene como objetivo examinar las particularidades
sociodemográficas del adulto mayor institucionalizado. Hoy en día, este estudio es esencial
no solo para entender sus necesidades y mejorar la calidad de vida en los centros de atención,
sino también para brindar al experto en enfermería herramientas que faciliten la creación y
ejecución de planes de atención más eficaces y acordes a la realidad de esta población a
escala global.
MATERIALES Y MÉTODOS
Se llevó a cabo un análisis sistemático de la bibliografía científica existente,
fundamentado en la búsqueda, selección, análisis, interpretación y síntesis de las pruebas
divulgadas en los últimos cinco años. Se contemplan publicaciones en español de 2019 a
2024, originadas en revistas indexadas en bases de datos como PubMed, ScienceDirect,
SciELO y Google Scholar, que se encuentran bajo un diseño observacional o en una revisión
bibliográfica. Se descartaron investigaciones de fuentes de escasa fiabilidad o rigurosidad
académica, además de trabajos anticuados en cuanto a su fecha de publicación.
Adicionalmente, se eliminaron artículos que no contenían declaraciones éticas, tesis de grado
y correspondencias al editor.
En este estudio, se realizó un estudio de las propiedades sociodemográficas de los
ancianos institucionalizados, mediante un análisis detallado de 115 artículos, de los cuales 27
cumplieron con los criterios de selección. Para alcanzar la meta de la investigación, se llevó a
cabo una exhaustiva búsqueda de pruebas científicas en bases de datos especializadas,
utilizando una diversidad de términos.
RESULTADOS
En sus comienzos, el concepto de "vejez" aludía a una fase natural de la vida, sin estar
necesariamente relacionado con convicciones religiosas. Su término latino "senectus" no
aludía a la etapa final de la vida, sino más bien a la "edad adulta".
11
No obstante, desde el
romanticismo, la ancianidad empezó a vincularse con el concepto de decadencia. Con el paso
del tiempo, los progresos en medicina posibilitaron incrementar la expectativa de vida, lo cual
impactó en la edad de retiro, ajustándola a esta nueva situación. En la actualidad, la definición
de la vejez va más allá de un mero indicador cronológico y se aproxima a una visión enfocada
en la salud pública.
12
Por lo tanto, la vejez ha progresado desde un enfoque biológico y social,
influenciado por modificaciones históricas y progresos médicos. El cambio hacia una
perspectiva centrada en la salud pública evidencia la necesidad de entender la vejez desde
un enfoque holístico, teniendo en cuenta aspectos sociales, económicos y de bienestar.
Con la aparición del paradigma del envejecimiento, producto de un crecimiento natural
del ciclo vital, se evidencia la necesidad de desarrollar una disciplina para abordar el
fenómeno. Esto propició la evolución de la gerontología como disciplina aplicada. Además, la
creación de un área de estudio específica, que examina los procesos que ocurren en
individuos de determinada edad, aspira a liberar tanto al infante como a los adultos de ser
considerados casos únicos en teorías e investigaciones llevadas a cabo en adultos.
13
La
gerontología utiliza diversas perspectivas teóricas para el análisis y entendimiento de los
fenómenos vinculados a la vejez, ofreciendo una variedad de definiciones del término, lo cual
está vinculado directamente con los diferentes paradigmas que tratan el asunto. En primer
lugar, podemos destacar dos enfoques: el enfoque de la Gerontología Promocional, que se
enfoca en la prevención, protección y autodesarrollo durante la vejez, y el enfoque de la
Gerontología Clínica o Geriátrica, que se enfoca en el uso clínico de la Gerontología y Geriatría
en su esencia.
14
En este contexto, la gerontología, como campo científico, pone de manifiesto la
relevancia de un entendimiento integral del proceso de envejecimiento. Sus métodos
proporcionan recursos para incrementar la calidad de vida de los ancianos, tanto en el contexto
preventivo como en el clínico.
Concepto de adulto mayor institucionalizado
El envejecimiento es un fenómeno universal que, con el paso del tiempo, impacta a los
adultos mayores al generar transformaciones importantes tanto a nivel físico como mental;
frecuentemente, estas personas necesitan atención y cuidados especiales que son esenciales
para su bienestar.
15 16
La institucionalización de una persona de edad avanzada no solo
conlleva su alojamiento en un centro que proporciona asistencia y cuidado, sino también
asegurar que obtenga el apoyo necesario. Esta alternativa de cuidado es, en realidad, la
opción más respetuosa hacia la dignidad y el bienestar de la persona de edad avanzada.
17
Se lleva a cabo una categorización detallada de las distintas clases de instituciones que
proporcionan servicios particulares, incluyendo: los asilos para ancianos, que generalmente
se centran en ofrecer un espacio seguro y confortable; los hogares para ancianos, que ofrecen
un ambiente más familiar y acogedor, y las residencias geriátricas.
18
La institucionalización
puede representar una respuesta digna y apropiada para los ancianos que se encuentran con
retos vinculados a su bienestar. No obstante, resulta fundamental concebir estas instituciones
como lugares de soporte emocional y social, más allá de los cuidados elementales.
Características sociodemográficas
Las características demográficas y sociodemográficas son elementos esenciales e
indispensables que nos permiten entender de forma más profunda y exhaustiva a la población
en varias áreas concretas, además de sus patrones de distribución y rasgos relevantes que
pueden presentarse en distintos contextos y circunstancias. Estos elementos son cruciales
para el estudio y la organización social, económica y cultural a través del tiempo, y ejercen un
efecto significativo en el crecimiento y avance de las comunidades.
19
Entender estos factores
es crucial para elaborar políticas apropiadas y eficaces que satisfagan las demandas de la
población de adultos mayores institucionalizada. Frecuentemente, se encuentran con varios
desafíos que pueden abarcar la soledad, la pérdida de autonomía y la ausencia de acceso a
servicios apropiados. Por ende, es crucial tener en cuenta estas particularidades
sociodemográficas al poner en marcha programas orientados a mejorar su calidad de vida.
El estudio de los rasgos sociodemográficos es crucial y vital para comprender los retos
y requerimientos particulares de los adultos mayores que habitan en instituciones. Variables
como la edad, el sexo, el nivel de educación y la condición socioeconómica, impactan
directamente en su calidad de vida, su disponibilidad de atención médica apropiada y su
integración social en la institución. Además, influyen en cómo se aplican las políticas y
procedimientos de atención.
20
Las instituciones deben tener en cuenta estas particularidades
para diseñar programas de atención integral que mejoren significativamente la vida de los
residentes, favoreciendo su bienestar y fomentando su participación activa en la comunidad
institucional.
21
Por lo tanto, es crucial tener en cuenta la capacitación del personal que trabaja
con estas personas de edad avanzada, para garantizar que se proporcione un cuidado que
verdaderamente satisfaga sus necesidades y expectativas, al mismo tiempo que facilita la
comprensión de las particularidades sociodemográficas que son esenciales para asegurar un
cuidado apropiado y personalizado en las instituciones. Esta perspectiva facilita la elaboración
de tácticas que potencien la integración social y emocional de los habitantes.
Edad: La mayor parte de los adultos mayores que están en instituciones son de 80 años
en adelante, siendo este grupo específico frecuentemente denominado "tercera edad". Este
subgrupo específico tiene más problemas para mantenerse autónomo debido a la existencia
de varias comorbilidades y la progresiva disminución de su funcionalidad.22 La mezcla de
estos factores puede provocar un impacto significativo en su calidad de vida, lo que
frecuentemente necesita de asistencia constante.
Género: En los centros de ancianos, la mayoría de los habitantes son mujeres. Esta
tendencia se debe principalmente a que las mujeres poseen una expectativa de vida superior
a la de los hombres, lo que implica que es más factible que perduren más años. Además,
numerosos hombres suelen obtener respaldo familiar en vez de elegir la institucionalización,
lo que disminuye su presencia en estos centros.
23
El alto número de mujeres en instituciones
de ancianidad y la vulnerabilidad de las personas de más de 80 años resaltan la relevancia de
elaborar programas específicos que respondan a sus necesidades particulares y proporcionen
asistencia completa.
Estado civil: Es un componente relevante en el proceso de institucionalización de los
adultos mayores. Los ancianos que están viudos o solteros suelen tener una mayor posibilidad
de entrar en instituciones, ya que no cuentan con un esposo que les brinde el respaldo
necesario en el ambiente familiar. Además, estar en pareja o estar casado suele proporcionar
una red esencial de respaldo, tanto emocional como material, lo que puede generar un cambio
significativo en su calidad de vida y bienestar.
24
Nivel educativo: El grado de educación de los adultos mayores que están en instituciones
puede variar significativamente, sin embargo, en numerosas situaciones, estos individuos
provienen de ambientes con un nivel educativo bajo o medio. Esta circunstancia repercute de
manera considerable en su calidad de vida. El grado de educación impacta directamente en
la habilidad del individuo para obtener mejores servicios sanitarios, además de recursos vitales
para su bienestar integral. Por lo tanto, una educación restringida puede dificultar la obtención
de atención apropiada, lo que podría postergar la necesidad de institucionalización en
numerosas situaciones, ya que se necesitan recursos apropiados para gestionar eficazmente
las necesidades de los adultos mayores.
Ingresos y situación económica: El estatus económico es un elemento crucial que
impacta de manera significativa en la vida de los individuos. Frecuentemente, las personas de
ingresos bajos se ven forzadas a depender de entidades públicas o de caridad para cubrir sus
necesidades fundamentales. En cambio, los individuos con recursos financieros tienen la
posibilidad de llegar a viviendas privadas que brindan mejores servicios y condiciones de vida.
26
Por esta razón, la pobreza económica se establece como un elemento íntimamente
vinculado a una calidad de vida más baja, lo que se manifiesta incluso en las instituciones
donde estos individuos buscan asilo. Esta condición económica no solo repercute en el acceso
a recursos, sino también en la dignidad y el bienestar integral de las personas. Al mismo
tiempo, evidencian cómo la estructura social y económica impacta directamente en la calidad
de vida de los adultos mayores. Es imprescindible aplicar políticas que minimicen estas
inequidades y fomenten el acceso justo a servicios de alta calidad.
Redes de apoyo social y familiar: El aislamiento social y la falta de redes de respaldo son
elementos de gran importancia en la institucionalización de las personas de edad avanzada.
Los ancianos que carecen de hijos o cuya familia habita a grandes distancias tienen una mayor
posibilidad de ser admitidos en instituciones. Esta ausencia de vínculos y redes de soporte
repercute de manera negativa considerable en su salud emocional, lo que incrementa la
probabilidad de sufrir depresión y otras afecciones mentales graves.
27
Es esencial impulsar
opciones que brinden apoyo social, dado que la comunidad tiene un rol vital en la preservación
de la salud mental y el bienestar de los adultos mayores, jugando un papel esencial en la salud
mental de estos individuos, fomentando proyectos que robustezcan la vinculación con sus
comunidades y familias para disminuir el efecto del aislamiento.
Las personas de edad avanzada que habitan en centros de cuidado a largo plazo tienden
a tener ciertas particularidades sociodemográficas compartidas. Investigaciones llevadas a
cabo en naciones desarrolladas indican que la mayor parte de los habitantes
institucionalizados tienen 75 años en adelante, y un porcentaje considerable excede los 85
años.
28
Además, hay una representación más amplia de mujeres, gracias a su mayor
expectativa de vida y a que suelen fallecer antes que los hombres.
29
Por ejemplo, en
Alemania, el 70% de los habitantes en viviendas de cuidado son mujeres, una tendencia
habitual en otras naciones europeas.
30
Esto evidencia disparidades de género en la
ancianidad, dado que las mujeres tienden a lidiar con tasas más altas de dependencia y
pobreza.
Desde la perspectiva del autor, estos datos resaltan la importancia de elaborar políticas
públicas sensibles al género que traten las desigualdades en el cuidado de las personas de
edad avanzada, teniendo en cuenta que las mujeres tienen más oportunidades de requerir
atención institucionalizada.
En los países desarrollados, como Japón, Alemania y Estados Unidos, el envejecimiento
poblacional está más avanzado y las tasas de institucionalización son considerablemente
altas. En Japón, aproximadamente el 5% de los adultos mayores de 65 años vive en
instituciones, debido a una combinación de factores como la urbanización, la disminución de
familias extendidas y la alta longevidad.
31
Este país ha recurrido a soluciones tecnológicas,
como robots de asistencia, para abordar la escasez de personal de cuidado.
28
En Alemania, un 4% de los adultos mayores está institucionalizado, con un sistema de
seguros sociales que cubre parte significativa de los costos. Sin embargo, la presión sobre
estos sistemas aumenta debido al envejecimiento acelerado de la población.
32
En Estados
Unidos, aproximadamente 1.3 millones de adultos mayores residen en hogares de cuidado,
donde los altos costos y las desigualdades en el acceso representan retos persistentes.
33
El autor considera que, aunque estos países cuentan con sistemas de cuidado más
estructurados, sus problemas comunes como la falta de personal y las desigualdades en el
acceso evidencian la necesidad de soluciones innovadoras y sostenibles que puedan ser
replicadas en otras regiones.
En países emergentes como China y Brasil, la transición demográfica plantea desafíos
específicos. China, con más de 264 millones de adultos mayores, enfrenta una demanda
creciente de cuidados institucionales, especialmente debido a la política de hijo único, que ha
reducido las redes familiares de apoyo.
29
Sin embargo, menos del 2% de los adultos mayores
vive en instituciones, ya que la preferencia cultural por el cuidado familiar sigue siendo fuerte.
31
En Brasil, el rápido envejecimiento de la población también ha generado una mayor
demanda de servicios de cuidado a largo plazo. Sin embargo, las desigualdades económicas
limitan el acceso a instituciones, que en su mayoría son privadas.
34
Solo el 1% de los adultos
mayores brasileños está institucionalizado, reflejando también una cultura que prioriza el
cuidado familiar.
Desde el punto de vista del autor, estos países enfrentan el reto de equilibrar tradiciones
culturales con la necesidad de desarrollar sistemas de cuidado formales accesibles y de
calidad para una población en rápido envejecimiento.
En América Latina, la institucionalización de adultos mayores es menos común debido
al fuerte énfasis en el cuidado familiar. Por ejemplo, en Argentina, el 1.8% de los adultos
mayores vive en instituciones, con una marcada diferencia entre las instituciones públicas y
privadas en cuanto a calidad.
35
En Chile, esta cifra es del 1.5%, destacándose un sistema
mixto que combina recursos estatales y privados.
36
En Ecuador, las instituciones suelen estar
destinadas a personas en situación de pobreza o abandono, reflejando un acceso limitado y
desigual.
37
En Ecuador, las instituciones destinadas a atender a personas en situación de pobreza
o abandono enfrentan desafíos significativos que reflejan un acceso limitado y desigual. A
pesar de los avances en la reducción de la pobreza en la última década, persisten disparidades
notables en el acceso a servicios básicos y oportunidades económicas, especialmente entre
poblaciones vulnerables.
Según el Ministerio de Inclusión Económica y Social, entre 2008 y 2018, la pobreza por
ingresos en Ecuador se redujo del 35% al 23,2%, y la pobreza extrema disminuyó del 16% al
8,4%. Sin embargo, estas mejoras no se distribuyeron equitativamente, y las áreas rurales y
las poblaciones indígenas y afroecuatorianas continúan enfrentando mayores índices de
pobreza y menor acceso a servicios esenciales.
38
Además, la Estrategia Nacional para la Igualdad y la Erradicación de la Pobreza señala
que, aunque se han implementado políticas públicas para reducir la pobreza, persisten
brechas significativas en el acceso a servicios de calidad, especialmente en educación y salud,
afectando principalmente a las poblaciones rurales e indígenas.
39
Estas evidencias subrayan la necesidad de fortalecer las instituciones y políticas públicas
en Ecuador para garantizar un acceso más equitativo a los servicios y oportunidades,
especialmente para las poblaciones en situación de pobreza o abandono.
Los autores del presente trabajo manifiestan que, a pesar de que el modelo familiar
tradicional continúa siendo el más prevalente en la región, el proceso de urbanización y las
transformaciones en la composición y dinámica de las familias están impulsando una
necesidad cada vez mayor de alternativas institucionales que puedan complementar o sustituir
ciertos roles familiares. Este escenario plantea un desafío significativo para los gobiernos,
quienes deben diseñar e implementar políticas públicas más lidas y efectivas, capaces de
responder a estas nuevas demandas sociales y garantizar el bienestar de las personas en
contextos familiares cambiantes.
Características sociodemográficas del adulto mayor institucionalizado
El perfil sociodemográfico de los adultos mayores institucionalizados muestra patrones
comunes en diversas regiones. En términos de edad, la mayoría de los residentes en
instituciones geriátricas tienen 80 años o más. Este grupo etario es el que presenta mayores
dificultades para mantener su independencia, debido a la presencia de múltiples
comorbilidades y a la pérdida progresiva de funcionalidad. Estos factores hacen que requieran
asistencia continua para garantizar su bienestar.
En cuanto al género, las mujeres constituyen la mayoría de los adultos mayores
institucionalizados. Esto se debe a su mayor esperanza de vida en comparación con los
hombres, lo que incrementa la probabilidad de que sobrevivan a sus cónyuges y, en muchos
casos, queden sin un sistema de apoyo familiar. Además, los hombres tienen una mayor
tendencia a recibir cuidados dentro del hogar en lugar de optar por la institucionalización. Esta
diferencia de género resalta la necesidad de diseñar programas específicos que atiendan las
necesidades particulares de las mujeres en instituciones geriátricas.
El estado civil también influye significativamente en la probabilidad de
institucionalización. Las personas viudas o solteras tienen mayor propensión a ingresar en
instituciones debido a la falta de un nyuge que les brinde apoyo emocional y práctico dentro
del hogar. En cambio, los adultos mayores casados suelen contar con redes de apoyo más
sólidas que les permiten continuar viviendo en sus hogares por más tiempo.
El nivel educativo de los adultos mayores institucionalizados varía, pero en su mayoría
provienen de entornos con niveles educativos bajos o medios. Este factor tiene un impacto
directo en la calidad de vida de estas personas, ya que influye en su acceso a servicios de
salud y en la posibilidad de obtener información relevante para su bienestar. Un nivel educativo
más alto suele estar relacionado con una mejor preparación para enfrentar el envejecimiento
y una mayor capacidad para acceder a recursos que permitan prolongar la independencia.
La situación económica es otro factor determinante en la institucionalización. Los adultos
mayores con menos recursos económicos suelen depender de instituciones públicas o de
caridad para recibir cuidados básicos, mientras que aquellos con mayor capacidad adquisitiva
pueden acceder a residencias privadas con mejores condiciones y servicios. La precariedad
económica no solo limita el acceso a una atención de calidad, sino que también puede afectar
la dignidad y el bienestar general de la persona mayor. Por ello, se requieren políticas públicas
que reduzcan las desigualdades en el acceso a servicios de cuidado para garantizar una mejor
calidad de vida en la vejez.
Por otro lado, las redes de apoyo social y familiar desempeñan un papel clave en la
institucionalización. Aquellos adultos mayores que carecen de hijos o cuyas familias residen
lejos tienen una mayor probabilidad de ingresar en instituciones. La falta de conexiones
afectivas y el aislamiento social pueden provocar un deterioro significativo en la salud mental,
aumentando el riesgo de padecer depresión y otras enfermedades emocionales. En este
sentido, es fundamental promover iniciativas que fortalezcan los lazos familiares y
comunitarios, garantizando que los adultos mayores cuenten con un soporte social que les
permita mantener su bienestar emocional.
Diferencias y semejanzas según el área geográfica
El nivel de institucionalización de los adultos mayores varía considerablemente entre
países desarrollados y en desarrollo. En los países desarrollados, como Japón, Alemania y
Estados Unidos, la tasa de institucionalización es más alta debido a diversos factores, como
la urbanización, la disminución del tamaño de las familias y la existencia de sistemas de
seguridad social más estructurados. En Japón, aproximadamente el 5% de los adultos
mayores de 65 años vive en instituciones. La disminución de las familias extendidas ha
generado una mayor dependencia de los servicios institucionales, lo que ha llevado a la
implementación de soluciones tecnológicas, como el uso de robots de asistencia para suplir
la escasez de personal de cuidado. Alemania, por su parte, tiene una tasa de
institucionalización del 4% y un sistema de seguros sociales que cubre una parte significativa
de los costos. En Estados Unidos, alrededor de 1.3 millones de adultos mayores residen en
hogares de cuidado, pero enfrentan retos relacionados con los altos costos y las
desigualdades en el acceso a estos servicios.
En contraste, en países emergentes como China y Brasil, la tasa de institucionalización
es considerablemente menor, con menos del 2% de los adultos mayores viviendo en
instituciones. En China, la tradición de cuidado familiar sigue siendo predominante, aunque la
política del hijo único ha reducido las redes de apoyo, lo que ha generado una creciente
demanda de servicios de cuidado formal. En Brasil, el envejecimiento de la población ha
impulsado la necesidad de más servicios de atención a largo plazo, pero las desigualdades
económicas limitan el acceso, ya que la mayoría de las instituciones son privadas y están
fuera del alcance de muchos adultos mayores.
En América Latina, la institucionalización de adultos mayores es menos común debido
al fuerte énfasis en el cuidado familiar. Sin embargo, el proceso de urbanización y los cambios
en la estructura de las familias han generado una creciente necesidad de alternativas
institucionales. En Argentina, el 1.8% de los adultos mayores reside en instituciones, con
diferencias marcadas entre la calidad de las instituciones públicas y privadas. En Chile, el
1.5% de los adultos mayores está institucionalizado, con un sistema mixto que combina
recursos estatales y privados. En Ecuador, la institucionalización es más frecuente en
personas en situación de pobreza o abandono, lo que refleja un acceso limitado y desigual a
estos servicios.
A pesar de las diferencias entre las regiones, hay ciertos factores comunes en el proceso
de institucionalización de los adultos mayores. En todos los casos, el género, la edad, el nivel
educativo, la situación económica y las redes de apoyo social influyen significativamente en la
probabilidad de que una persona mayor resida en una institución. Mientras que en los países
desarrollados las tasas de institucionalización son más altas debido a una menor dependencia
del cuidado familiar, en los países emergentes y en América Latina la familia sigue siendo el
principal pilar del cuidado de los adultos mayores. No obstante, los cambios demográficos y
sociales están generando una mayor necesidad de desarrollar sistemas de cuidado
institucional accesibles y de calidad en todas las regiones
DISCUSIÓN
El envejecimiento poblacional es uno de los mayores desafíos sociales y de salud pública
en el siglo XXI. Este fenómeno se presenta como una consecuencia natural de los avances
en la medicina, el aumento en la esperanza de vida y la disminución de las tasas de natalidad
en la mayoría de las regiones del mundo. Las proyecciones demográficas muestran un
incremento acelerado en el número de adultos mayores en las próximas décadas, lo que
genera una presión significativa sobre los sistemas de salud, las políticas sociales y las
estructuras familiares. Este escenario obliga a los gobiernos y a las instituciones a adaptarse
para abordar las necesidades particulares de esta población, garantizando su calidad de vida.
La institucionalización, si bien es una medida necesaria en ciertos casos, no debe ser vista
como la única solución. Un enfoque más sostenible y humanizado se centra en la promoción
del envejecimiento saludable, la autonomía y la atención domiciliaria, priorizando las
necesidades individuales de los adultos mayores en lugar de una atención estandarizada.
Los resultados reflejan que la institucionalización de adultos mayores está fuertemente
influenciada por una variedad de factores sociodemográficos y psicosociales, entre los que
destacan la edad avanzada, el género, el estado civil, el nivel educativo, los ingresos
económicos y las redes de apoyo social. Estos factores no solo condicionan el acceso a las
instituciones, sino que también reflejan desigualdades subyacentes en las dinámicas sociales
y familiares. Por ejemplo, la predominancia de mujeres en instituciones no solo está vinculada
a su mayor esperanza de vida, sino también a las diferencias culturales y de género que
asignan roles específicos dentro del núcleo familiar. En muchas sociedades, las mujeres
mayores reciben menos soporte familiar que los hombres, lo que aumenta su vulnerabilidad
y, por ende, su probabilidad de ser institucionalizadas.
La ausencia de un cónyuge o de una red de apoyo familiar incrementa significativamente
las probabilidades de institucionalización. Este hallazgo subraya la necesidad de implementar
estrategias que fortalezcan los lazos sociales, tanto a nivel comunitario como en el núcleo
familiar. Las políticas públicas deben fomentar programas que promuevan la interacción entre
generaciones, como el desarrollo de actividades intergeneracionales en escuelas,
comunidades y centros recreativos. Asimismo, el apoyo a los cuidadores informales resulta
fundamental, ya que son ellos quienes asumen gran parte de la carga emocional y sica del
cuidado de los adultos mayores. Estrategias como capacitaciones, redes de descanso para
cuidadores y subsidios podrían reducir la dependencia de las instituciones geriátricas.
Las desigualdades socioeconómicas son evidentes en el acceso a instituciones
geriátricas de calidad. Los adultos mayores con recursos limitados suelen depender de
instituciones públicas, que con frecuencia enfrentan limitaciones en infraestructura,
equipamiento y personal capacitado. Por el contrario, aquellos con mayores ingresos acceden
a servicios privados que ofrecen mejores condiciones. Esta realidad pone de manifiesto la
necesidad de políticas inclusivas que garanticen servicios dignos y de calidad para todos,
independientemente de su situación económica. Estas políticas deben incluir inversión en
infraestructura, formación especializada del personal y mecanismos de regulación que
aseguren estándares mínimos en todas las instituciones.
La capacitación y profesionalización del personal que trabaja en instituciones geriátricas
son fundamentales para responder a las necesidades integrales de los adultos mayores. Esto
implica no solo conocimientos médicos, sino también habilidades en áreas como la
comunicación efectiva, la empatía y la atención psicosocial. La atención integral debe
incorporar programas de rehabilitación física, actividades recreativas que estimulen la
cognición y la socialización, y estrategias para fortalecer la autoestima y el sentido de
pertenencia de los residentes. La gerontología promocional y la geriatría clínica desempeñan
un papel clave, al combinar enfoques preventivos y terapéuticos que promuevan la autonomía
y la calidad de vida.
En el contexto latinoamericano, la urbanización acelerada y los cambios en las
estructuras familiares tradicionales han generado un aumento en la demanda de
institucionalización. Este fenómeno refleja una transformación en los roles familiares, donde
los adultos mayores dependen menos de sus familiares directos debido a la migración, la
inserción laboral de las mujeres y la disminución de los hogares multigeneracionales. Sin
embargo, esta situación debe ser vista como una oportunidad para repensar las estrategias
de atención. El desarrollo de centros comunitarios y espacios de encuentro puede ofrecer una
alternativa viable que permita a los adultos mayores mantenerse conectados con su entorno
social, al tiempo que reduce la necesidad de institucionalización prolongada.
El aislamiento social y la depresión son preocupaciones recurrentes entre los adultos
mayores institucionalizados, y su impacto en la salud mental no debe subestimarse. La pérdida
de vínculos familiares y sociales puede generar un sentimiento de abandono y falta de
propósito. Por ello, la creación de espacios que fomenten la participación activa y la integración
comunitaria resulta esencial. Además, es indispensable garantizar el acceso a servicios de
salud mental, como terapia psicológica y actividades grupales, que promuevan el bienestar
emocional y reduzcan los riesgos asociados al aislamiento.
Las políticas públicas deben adoptar un enfoque holístico que abarque todas las
dimensiones del bienestar del adulto mayor, desde la atención médica hasta la promoción de
la salud mental y el bienestar emocional. Esto incluye la implementación de estrategias
preventivas, como campañas de sensibilización sobre el envejecimiento saludable, y el
fortalecimiento de las redes de apoyo comunitario. Paralelamente, es crucial garantizar la
mejora continua en la calidad de los servicios ofrecidos en las instituciones geriátricas,
mediante auditorías regulares, programas de formación y el establecimiento de indicadores
de calidad que aseguren una atención digna y efectiva para todos los adultos mayores.
CONCLUSIONES
El análisis de las características sociodemográficas del adulto mayor institucionalizado
revela una serie de patrones y desafíos que son fundamentales para comprender las
necesidades de esta población y diseñar políticas públicas efectivas. En el presente trabajo
se observó que la mayoría de los adultos mayores institucionalizados tienen 80 años o más,
un grupo que enfrenta mayores dificultades para mantener su independencia debido a
comorbilidades y la pérdida progresiva de funcionalidad. Este dato subraya la importancia de
desarrollar servicios de atención especializada que aborden las necesidades específicas de
este grupo etario, promoviendo su bienestar y calidad de vida.
El género juega un papel crucial en la institucionalización, ya que las mujeres
representan la mayoría de los residentes en instituciones geriátricas. Esto se debe a su mayor
esperanza de vida y a la falta de redes de apoyo familiar, lo que las hace más vulnerables a
la institucionalización. Este hallazgo resalta la necesidad de implementar políticas sensibles
al género que aborden las desigualdades en la atención y promuevan alternativas de cuidado
que reduzcan la dependencia de las instituciones. Además, es fundamental considerar el
estado civil y las redes de apoyo familiar, ya que los adultos mayores viudos o solteros tienen
una mayor probabilidad de ser institucionalizados debido a la falta de un cónyuge o familiares
que les brinden apoyo emocional y práctico.
El nivel educativo y la situación económica son factores determinantes en la calidad de
vida de los adultos mayores institucionalizados. Aquellos con menores niveles educativos y
recursos económicos suelen depender de instituciones públicas o de caridad, que a menudo
enfrentan limitaciones en infraestructura y personal capacitado. Esto refleja una desigualdad
en el acceso a servicios de calidad y resalta la necesidad de políticas inclusivas que garanticen
una atención digna y equitativa para todos los adultos mayores, independientemente de su
situación socioeconómica.
Finalmente, el aislamiento social y la falta de redes de apoyo familiar son factores que
aumentan el riesgo de institucionalización y tienen un impacto negativo en la salud mental de
los adultos mayores. Es esencial promover iniciativas que fortalezcan los lazos familiares y
comunitarios, así como desarrollar programas que fomenten la participación activa y la
integración social dentro de las instituciones.
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Investigación: Vanessa Belloso, Mary Velásquez
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